El espíritu cerrajero

Hace ya algunas décadas le robaron a mi abuelo la llave de un baúl. Mi abuela, mi madre y mis tíos sostenían crédulamente que se le había perdido en uno de sus muchos descuidos. Pero mi abuelo me contó la verdad.
Allá en los terrenos de la finca hubo un hombre feliz que poseía todo lo que alguien pudiese desear. De la envidia y mala voluntad de muchos llamaron a un espíritu de mujer que había sido abandonada en vida. Le ofrecieron cartas de amor de robadas de los amantes jóvenes del pueblo para que se alimente de su amor, a cambio de que se encargara de aquel hombre prospero.
Aquella noche la mujer tomo la sabana que cubría al hombre envidiado, la acaricio y la dejo caer sobre él, en ella quedaron pegados todos los sueños y deseos del hombre prospero.

A la mañana siguiente, como de costumbre guardaron las sabanas usadas en un baúl, el cual jamás pudo volver a abrirse. A partir de ese mañana vacía el hombre vivió mal, perdió las gana de trabajar, la paciencia que le traía fortuna y la caballerosidad que sostuvo siempre con sus conocidos. Agobiado por haber perdido el impulso de ser como él era comenzó una vida de vicios.
La mujer apenada por sus acciones le susurro la verdad en un sueño, después de meses de noches malas.
Al final de los meses caóticos, este hombre murió en desesperación con el martillo en mano y el baúl ileso.
Desde entonces su espíritu busca desesperadamente cerraduras por abrir con la esperanza de recuperar sus sueños.

Terra&Nova
18 de abril de 2011

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